07 junio 2009

No tenía miedo. Pero sí una rabia contenida cada vez mayor. Al mismo tiempo, la atormentaban sus propios pensamientos, que se transformaban constantemente en desagradables fantasías sobre lo que iba a ser de ella. Odiaba esa forzada indefensión. Por mucho que intentara concentrarse en otra cosa para pasar el tiempo y olvidarse de su situación, la angustia siempre acababa por aflorar. Flotaba en el aire como una nube de gas que amenazaba con penetrar por sus poros y envenenar su existencia. Había descubierto que la mejor manera de mantener alejada esa angustia era imaginándose algo que le transmitiera una sensación de fuerza.

Mi inconciente te necesita... y hablando de mi inconciente me pregunto que sera de mi Consejero 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

n.n